Era mas blanca que el agua, que el agua blanda

Era mas blanca que el agua, que el agua blanda

¡Puta hoja en blanco! Ahí impoluta, sobria. La hija de puta me pide que la manche, que le deje mi marca. Le haría tantas cosas, tantas cosas a la vez que no sé qué hacerle. Infinidad de tácticas, de métodos para poder atacarla. La quiero sorprenderla, se que en un movimiento de distracción la podre asaltar y cuando llegue ese momento sabrá lo que es estar frente a mí.

Sí, lo sé que paradójicamente en estos momentos la estoy “marcando”. Esta fue una seguidilla de acciones que hasta yo me sorprendo. Ahora ya la tengo bajo mi control pero igual continúo con la imagen en mi mente de su impoluta figura. Pretendo continuar con oraciones cortas. Cada punto es una respiración. No me debo desesperar. No debo caer en la catarata. En el rio turbulento del deshago. Ya la tengo controlado. Deseo regresar a su imagen puritana, provocativa.

Las veces que fui impotente frente a ella. ¡Pedazo de forra! Ahí mirándome desafiante. Tenía y tengo ganas de dañarla físicamente. Pero no puedo. Me vuelve la cantidad de ellas que maltrate. Algunas marcadas con terribles cicatrices, otras dejadas en su virginal figura.

¡Conchuda como la madre, la hermana y toda su trola familia!

Pero obvio uno tiene que reconocer que uno es un quisquilloso, un perfeccionista. Uno elije tal o cual estilo de letra, color y tamaño. Uno siempre sabe que en estas cosas el tamaño no determina la situación. Pero volviendo a las elecciones, uno siempre pretende que ese encuentro entre ambos sea único. Perfecto, inolvidable. Uno no pretende ser un vulgar, un mediocre, un descuidado de las formas. Uno quiere dar una buena impresión. Mostrar que uno es un ser culto, inteligente, un hombre seguro de lo que dice.

Pero aún así, allí esta ella. Cuando uno acaba sobre la misma tarde o temprano aparece una muy similar a ella. Esta tiene la viva figura de aquella con la que te encontrarse en tu primer encuentro. Tiene olor a juventud, a nuevas sensaciones. Una y otra vez intenta tomarla pero no. Intenta que el deseo vuelva que el líquido retorne a los sitios indicados para poder accionar sobre ella. Sobre ella, sobre “la nueva”. Mente y cuerpo están descoordinados. La mente propone pero el cuerpo no dispone o viceversa.  Casi jadeando, exhausto la miras. Esta cerca y lejos a la vez.

¡Dale vos podes! Me autoaliento. Pero no. La cosa no responde. Esta allí dormida. Uno está animado por haber cumplido con el deber pero siempre está la tristeza de no poder satisfacer con la marca a la otra. Les quiero dejar mi impronta a todas pero no puedo. Soy una humilde figura que solo escribe cuando el deseo le viene o cuando las infinitas obligaciones lo obligan. No tengo la extensiva prosa de algunos talentosos pero con lo mío me defiendo.

Ella sigue allí, virginal, puritana y prostituta a la vez. Solo me faltan unas palabras para llegar a ella. Podría decirle cualquier cosa para llegar a ella pero no se lo merece.