Consecuencias

“No escribas cuando estas triste o melancólico” dijo alguien, que no recuerdo, como máxima.

Perdón por contradecirlo, pero vio amigo, yo me maquineo con esas cosas y se me va el marulo para cualquier lado.
Estoy triste, enojado, ya no sé qué sensación tener. Todo tiene un precio en el juego de  imaginar la realidad y de retratar la imaginación. Al fin y al cabo se paga, en este plano o en el otro.
Alguien me habla
-Con esas cosas no se jode. E cosa de mandinga.
-No, no uste ta equivocao. Que me viene esa cosa de tomarse inspiraciones de por ahí. Dedíquese a otra cosa. Aproveche que ahora es negocio eso de las historia de dragones o esas cosas eróticas que leen las matronas.
No lo entiende/n. Yo no quería bardear a los uruguayos o a los brasileros. Ni parecer un ser escritor torturado. Ni un ser un fetichista de la ropa. Ni pedir que Saturno caiga en la novena casa de Capricornio. Ni publicar sin corregirlo o darle una releída antes.
-Uste primero debe escribir de forma correcta, porque sino lo que dice poco se le entiende.
Casciari atropello a su padre y dejo paralitico a un amigo. Vladimir Nabokov se pajeo con una menor. Sade,….mejor no hablamos.
Pero m´jo como va decir eso. ¿Cómo se va a comparar con ellos? ¿Quién se cree que es? Uste e Shapesper.
Peque de sofisticado. Que boludo, dios mío.
Otra voz me habla
-! El pibe se cree Neruda!- dice alguien desde una mesa con un mantel de hule con dibujos de flores-¡JA, JA! Vení Mónica! léelo a este. Ja, ja.
-Es un salame. Dio mío. Se pasó de idiota. ¿Quién se cree que es? ¿Phil Collins se cree que es?
-Dale Mónica. No sabes lo que te estás perdiendo.
-¡Dale mujer!…..
– ¡La puta que te pario! ¡Vení que te estoy llamando!
-¿Mónica donde te metiste?
-Che, pibe ¿No la viste a la mamá?- le pregunta a una sombra que se deja ver desde la puerta que da al patio.
-No la vi, ¿Por?- responde un niño con una remera holgada y unos bigotes naranja de jugo.
-Cosas de grandes que vos por ahora no podes leer. Ahora ándate y busca a la mamu.
El niño se va extrañado
-¿Vos pibe no la viste?
-No la vi – respondo
-Vos, ojito con la Mónica. Llegas a escribir algo de ella y te surto.
Ya aprendí la lección. No ve voy a basar en nada.

El lunes tengo que ir a arreglar la compu para que me instalen un nuevo sistema operativo. De paso le pido que me haga un reseteo de cerebro, para así me queda limpito mi disco duro sin ningún tipo de material de basamento.
Otra voz, un tanto más formal me habla.
-Hola señor, me presento. Soy el doctor Bansanno y soy el responsable legal de las” ya sabe bien quienes” tanto real como de la imaginada. La denominación anterior es solo dicha con el propósito de que identifique a mis representadas, sin la necesidad, de que por lo que usted está haciendo ahora al escribir esto (recuerde que Bansanno va con doble ene), pueda damnificarlas al nombrarlas.
Ahora un abogado. Se pone cada vez peor.
-Acá le dejo la medida restrictiva o mal llamada bozal legal. Léalo tranquilo y con detenimiento. Si tiene alguna duda, hable conmigo y no trate de contactarse con ninguna de las dos, por el momento. Recuerde, la más mínima coincidencia de características de mis representadas puede tomarse como infracción a dicha medida.
Siempre resonará en mi cabeza, los tuuu del teléfono y el contestador con su voz.
-Te has comunicado con el teléfono de……..- empieza a decir con su voz agradable en el mensaje– …actriz y Ex- se nota que esta frase la agregó después del conflicto, por suerte luego vuelve con su voz diáfana– representante de las historias de……- y se corta ahí y luego un silencio.
-¡No me vuelvas a llamar idiota!- continua a los gritos – ¿Así que te estabas basando en otras personas? Durante años me hiciste pensar que era única.-se quiebra y empieza a llorar.
Trato de tranquilizarla todas las veces que llego a esa parte, pero recuerdo que es solo un mensaje y las palabras se quedan en mi garganta.
… ¡Sos un pendejo de mierda! ¿Porque no tuviste los huevos de decírmelo?- sigue llorando más que antes.
Ya no sé qué decir y sigo escuchando.
-…Seguro que ahora te quedaste callado como un boludo. Te conozco más de lo que vos me conoces a mí. ¡No me rompas más las pelotas! Porque te voy a dejar el culo como un mandril con el juicio que te va hacer mi abogado. NO TENGO MÁS NADA QUE DECIRTE, FORRO.- Y se termina el largo mensaje del contestador.
Ahora a laburar fuerte, ninguna alusión a nada.
-Yo no me enoje. Para nada. Si es un mambo tuyo. Eso sí, esto lo arreglas vos solito nada de usarme a mí.- me dice mi actor mientras estamos tomando un café en la esquina de Coronel Díaz y Soler.
-Ah, acordate de arreglar los errores porque después se enoja ya sabes quién. Y la próxima búscame un papel diferente. No sé, algo de aventuras, guerra, algo que me haga famoso.- dice y se pone sus anteojos negros a lo Marcello Mastroianni y se levanta de la silla.
-La próxima pago yo, ya me da vergüenza que siempre termines pagando vos. Dale, arriba el ánimo amigo.-me dice y me palmea la espalda.
Yo no puedo sacar mi mirada de la mesa. Me avergüenza la situación, esto de que él me esté consolando.
-Vamos con fuerza. ¿Qué seria yo sin vos? ¿Que sería sin esa cabecita loca?- Me hace esa especie de toma que le enseñe para tener frente a frente a una persona y ganar toda su atención.
Veo ese rostro, de la misma manera que lo había hecho ella en infinidad de situaciones.
Bueno mejor me voy, así te dejo tranquilo y de pasó pensás un poco.- se despide y lo veo cruzar la avenida.
Al llegar a la vereda de enfrente, lo veo cogotear en busca de la parada del colectivo.
-¿No pasa por acá el 160?-me pregunta a los gritos.
Yo le respondo que no. Hace un gesto de insatisfacción y se va por Soler. 
Todos me abandonan, estoy solo. Solo. Ni el gaucho está. Ni Mónica.
-¿Vos estar sordo o no me escuchaste? No te metas con la Mónica o te cago a trompadas.
-La Mónica es el nombre de una conocida discoteca. Está usando una marca registrada sin permiso. En estos momentos voy a realizar las correspondientes medidas judiciales.-
Otra vez el abogado. Voy a terminar todo antes que me embarguen todo.

En un acto solemne, menos lo que tenía idealizado, porque ya son las dos y media de la mañana y ya no sé qué estoy escribiendo; cierro la persiana del negocio de la escritura.
Estamos los “cinco” parados en la vereda, mirando como baja lentamente la persiana.
Esto da para rato. Esta cortina de mierda oxidada no se baja más- dice y da un soplido  este que no sé cómo se llama.
-Bueno, pibe, vos quédate acá. Me voy en frente a comprar cien de paleta y cien de queso de máquina. Sí en una de esas aparece tu mamá, decile que estoy en frente   – le dice el  padre a su hijo.
El abogado está anotando una serie de papeles. En su semblante  hay cierto gesto de satisfacción, de misión cumplida.
Mientras escucho el traqueteo del bajar de la cortina metálica, se me pianta un lagrimón al recordar los buenos tiempos.
Aquella historia de robots que conté en séptimo grado de la escuela. El elogio de una chica que le gusto mi historia. Las preguntas de que los que en serio me habían creído que me habían llamado de una radio.
Se me pianta otro lagrimón al pensar en el fatídico destino de esas especies de embriones de historias que tengo guardadas en diferentes cuadernos y archivos de Word. Los tendré que abortar y ninguna asociación contra el aborto me detendrá.
Un nudo me cierra la garganta al pensar la cantidad de errores que tendrá esto que estoy redactando ahora.
-No se preocupe, amigo. No se ponga mal. Esto e ‘por su bien y de los que lo rodean.
Lo abrazo y me refregó en su camisa con olor a bosta.
-Míralo al maricón llorando ¡Moni te estás perdiendo esto!-
Lo escucho y lo veo a “ese” en la puerta del almacén de enfrente acompañado por el viejo almacenero en camiseta y con un short de Atlanta. 
-¿Dónde te metiste, mujer?- dice El Rafa, creo que así se llama o se hacía llamar
-Yo sabía que no iba a durar mucho en el negocio- escucho que dice el almacenero.
Plaf! La cortina toca el suelo.
Todos se retiran lentamente. Me siento en el cordón de la vereda.
Alguien me toca el hombro. Giro la cabeza.
-Chau, me tengo que ir.- me dice “el pibe”- Tomá te doy esto así se te va la tristeza.
Me da un naranju sabor a naranja. Y se va corriendo cruzando la calle de empedrado vacía hace rato de tránsito.
Siguiendo con la mirada el recorrido del niño me encuentro con la figura del abogado. Esta allí  hablando con una figura oculta tras un árbol. Logro ver su delicado brazo apoyado en el capo de un auto estacionado, con esa pulsera en su muñeca que tanto amaba. Terminan de hablar y ella se sube del lado del acompañante del auto estacionado. El auto arranca, se dirige a mi dirección. “Por favor, no me hagas esto” pienso. El auto dobla en la esquina y veo una figura conocida en el asiento del conductor. Sus anteojos de sol, negros y su innegable manera de doblar  por la esquina lo delataban a la legua.

Miro el empedrado. Guardo texto. Pongo sus respectivos tag. Lo público. Automáticamente se comparte en mi Facebook. Dudo si autocensurarme con respecto a la gente que lo leerá. No sé si darles otra oportunidad o no, no quiero meterlos a todos en la misma bolsa. SIGO DUDANDO. No sé si basar mi decisión en la cobardía, en la valentía, en la irracionalidad o en la racionalidad.
Para ser cauteloso a alguna reprimenda.
Ningún animal fue lastimado en la realización de este texto ni se realizó ninguna mención directa a alguna marca o persona que no dio su convencimiento (eso creo).
Buenas noches, días, tardes o la franja horaria en la cual usted está leyendo esto.

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