El cartógrafo
El
cartógrafo, Luis Nogués, sentado en la inmensa mapoteca, notó un sutil error en
el mapa confeccionado por su rival, Antonio De Morientes. El curso del río
Céspedes no debería formar esa sonrisa que conformaba al atravesar el valle de
La Cruz. Sin esperar ni un segundo corrió hasta el despacho del director del
instituto.
Luego de una reunión del directorio se
determinó subsanar el error y expulsar de la institución a De Morientes.
En el momento en que Nogués terminó de
delinear, el correcto curso, miles de
grausanes huían despavoridos en el valle. A lo lejos se escuchaban los
chillidos de los rapequetex. Llenos de un hambre ancestral atravesaban velozmente
el lecho del erróneo río.
Los rapequetex, ya saciados, intentaron
regresar a sus madrigueras que se encontraban al otro lado del sedimentoso
lecho. Sorprendidos y aterrorizados se sintieron al ver el movimiento del cauce
rojo que había vuelto. No había nadie para subsanar el error. El único capaz de
arreglar el fallo de la naturaleza estaba en esos momentos recostado muerto sobre
el gigante mapa. Las pobres bestias no sabrán jamás que un iracundo De
Morientes delineó para la eternidad el recorrido del río con la sangre del cartógrafo.
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